Si lo deseas eres libre de pensar que he sobrevivido a las adversidades que me han tocado vivir por mi fortaleza o incluso por mi inteligencia. Sin embargo, yo te diré que estás totalmente equivocado. Si de alguna manera he podido «superar» tanto tiempo en circunstancias adversas ha sido causa de mi fe, mi ilusión, mi adaptación, mi esperanza y, sobre todo, mis ganas de vivir.
No hay fortaleza y tampoco inteligencia que supere tanto infortunio. De lo contrario, cuando hay fe, ilusión, adaptación, esperanza y ganas, no existe situación desfavorable que pueda derrumbar el deseo más arraigado del ser humano por sobrevivir.
Además, un pensamiento que rondaba en la cabeza. «Quiero vivir, no sobrevivir».
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