Quizás lo que ahora voy a contarte te suene a delirio, amor. Sin embargo, concédeme tan solo un segundo, que es el tiempo que preciso para declararte que, en todos los años de mi vida, nunca había pasado por un estado de sensatez tan grande como el que estoy viviendo en la actualidad. Hasta a mí me sorprende comprobar que si lo deseo con el corazón soy capaz de poner de manifiesto mi buen juicio, un hecho el cual precisamente ahora me sucede contigo.
Pese a que puedes pensar que he perdido la razón cuando te expreso mis sentimientos de un modo loco, mi único anhelo es llegar a convertirme en tu princesa encantada, al mismo tiempo que deseo con todas las fuerzas del mundo que tú seas aquel apuesto príncipe de capaz azul, y espada en la cintura, quien acuda al rescate de mi desatino montado en tu carroza tirada por dos hermosos caballos azabaches.
Cuando tú mi apuesto caballero te acerques muy despacio a mí para acariciar con mimo y efervescencia mi rostro, a la vez que fijas tu mirada apasionada con la mía, despedazarás para siempre el hechizo que me acarrea innumerables equivocaciones en mi modo de amarte, una y otra vez. Solo tú tienes el poder para romper el conjuro que ahora me ata a la locura, y de este modo reconstruiré para siempre a tu lado la cordura de mi amor hacia ti, tocando suave con la yema de los dedos la máxima expresión de lo que significa el amor.
Bellísimo como todo lo que escribes Arancha.
Querido amigo Alfonso, me da una alegría grande.
Gracias de verdad por que siempre me ofrece palabras tan bonitas como estas, gracias de verdad.
A ver si encuentro quien rompa el hechizo, je, je, o por qué no, a quien se lo despedace yo 😉
Ojalá lo encuentres amiga!! Y de todas formas ya con estas palabras de alguna forma lo estás llamando o rompiendo como prefieras
Ja, ja, ja Acaimo. Tu sí que me quieres, je je.
Una hechicera también hechizada. Ya lo contaré