Miraste las fotos, y desde entonces sólo deseas volver a verlas para revivir en tus recuerdos, una y otra vez, aquellos instantes en los que tu padre te zarandeaba a la orilla de la playa, remojándote en las olas que iban y venían. También, despiertas en ti a tu madre al peinarte largas trenzas de pez, así, cuando te ponía unos trajes que a ti te parecían feos. Evocas tantas cosas de golpe en modo flash, que el corazón no puede por menos que conmoverse y desear volver aquel tiempo. Recuerdos que se expresan, y otros que se fugan. No olvidas a tus hermanos, a la abuela, al tío, al primo, a los amigos de la infancia en las tardes de cumpleaños, y tampoco a los compañeros del colegio. Nada ha quedado en el olvido. Las fotos son el reflejo de lo que fuimos y de lo que somos. Cada uno de ellos serán recuerdos que reviviremos siempre en el presente. Una vez más, antes de cerrar el libro de la nostalgia, vuelves con añoranza a echar una ojeada a tu historia.
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