Pequeños detalles

Ahora he caído en la cuenta que nunca me he detenido a decirte que tu grandeza reside en los pequeños detalles, los cuales, me ofreces a cada corto espacio de tiempo, y que por tanto, son aquellos gestos tuyos los que consiguen que mi vida en sí misma sea inmensamente grande.
A veces, lo único que necesito no es una persona con una capacidad intelectual aventajada del resto para que me hable, si no que su corazón paciente me escuche, y que yo también tenga la oportunidad de escuchar el suyo.

En tiempos pasados caí en el grave error de pensar que tú no le tenías miedo a nada. Además, llegué a creer que habías perdido por completo el pudor de exponerte frente al resto de las personas. Debo de revelarte que incluso en un periodo corto de tiempo, supuse que a lo largo de tu existencia nunca habías cometido ningún error, e igualmente, metí la pata por completo. Me daba la impresión de que eras tan perfecta, que ahora me doy cuenta que erré totalmente en mi modo de juzgarte; consideraciones que, por otra parte, nunca debí de haberlas realizado. En la medida en que nuestra relación personal va creciendo cada día un poco más, fruto de las conversaciones que mantenemos, tú personalidad consigue que mi corazón se quede embobado de cariño por ti. De la misma manera, he tenido la oportunidad de comprobar de primera mano que, en las circunstancias más difíciles de sobrellevar, tú, eres una persona que constantemente tienes una palabra de ánimo, y una mano amiga que ofrecerme. Además, y por si acaso no resultara suficiente, me convidas con una de tus acciones tan generosas y humildes, con la que vuelves una vez más a dejarme muda ante tanto barullo emocional. Da lo mismo si el sol está en pleno apogeo del día o si por el contrario la luna se está cruzando con las estrellas en el cosmos. Tú, siempre dispones de un segundo para prestarme atención, y también para comprender cada uno de los pormenores que preciso relatarte. Date cuenta hasta qué punto eres capaz de expresar la generosidad tan incalculable que atesoras en tu alma, tanto que, solamente para que yo sea feliz, tú eres capaz de mover cielo y tierra para cumplir el sueño de mi vida, el cual, no creo que tendré la ocasión de volver a repetir a lo largo de mi existencia.

Hablar sobre los pequeños detalles, es dialogar de los gestos de afecto que tú reflejas cuando nos ausentamos del lugar donde nos hallamos para tomar un café las dos solas. También, los gestos de cariño se hacen efectivos cuando permaneces a mi lado sin manifestar cansancio cuatro minutos o inclusive dos horas escuchando, una y otra vez, las canciones de Rosana, que como bien sabes, es mi cantante favorita, y quien logra que mi corazón rebose de pasión, y asimismo de energía. La clave de nuestro afecto está en tu humildad. Siempre estás cuando necesito que estés a mi lado. Por todo ello, hoy, soy yo quien te dice la cantidad de gestos que has tenido conmigo, y que por consiguiente te hacen ser una persona sumamente grande de espíritu. Por toda la confianza, la locura, la sinceridad, la comprensión, y también con el inmenso cariño que me das cuando me ofreces un fuerte abrazo, porque sí… Y, siempre me dices: —«¿por qué no?»—… Ahora, soy yo quien te expresa cuánto amor siento por ti. Solamente tú eres capaz de ver el dolor el cual atraviesa las pupilas de mis ojos, cuando no lo paso bien, y mientras que todos los demás ven la sonrisa con la que intento camuflar tanta desazón que me desespera el interior. Cada día que paso a tu lado más me reafirmo en que tú sí que eres de verdad un ser único en la especie humana que te hace ser diferente de lo común.

Una vez más a tu lado, he podido comprobar que la grandeza de las personas no se mide por los bienes que posea: el dinero, por sus estudios o inclusive hasta por su belleza. La magnitud de una persona como tú, la mido por la lealtad, y también la humildad de tu corazón. Y, a pesar de que, en algún momento de nuestra existencia, la vida nos designe a habitar en puntos distintos del globo terráqueo, siempre vamos a permanecer muy cerca la una de la otra; yo de tu alma, y tú de la mía.
Contigo aprendí a ser mejor persona, y eso, sí que es un pequeño gesto de la vida que me lo guardaré para siempre como el aprendizaje más grande que siempre me has brindado con el único interés de estar a mi lado, y que yo me sienta bien.