La palabra es una herramienta con la que vengo de fábrica. Un equipo completo que traigo conmigo donde cada uno de los órganos permiten a éste cuerpo serrano mío estar en plena acción.
La palabra no la puedo rectificar, aquí no vale -«Donde dije digo, digo Diego»- Es tan importante la existencia de la palabra que no tengo razones para saltármela. A parte, no lo quiero hacer, ya que, entre vocales y consonantes, consonantes y vocales se haya una poderosa herramienta de comunicación: la palabra.
La palabra es valiosa y no quiero rectificar por rectificar. Si algo habré de rectificar será dado más que por cualquier motivo, será por alguna metedura de pata -«Quien tiene boca se equivoca» «Quien por su boca se disculpa su valor como persona crece” «Quien yerra y se enmienda, a Dios se encomienda» «Quien tropieza y no cae, dos pasos adelanta»- Reconocer los errores y rectificarlos es demostrar valentía, humildad, y generosidad ante la vida.
Venir con el equipo completo no me da la certeza ni la seguridad de que sea yo lo más confortable y agradable para los demás, sí me da la oportunidad de disfrutar de lo más importante que puedo tener así la propia palabra; el deseo y la seguridad que supone crecer como persona. Aprendo y rectifico completamente en cuanto a sentimientos y experiencias mientras vivo tranquila.
La palabra se desvanece cuando encuentra la verdad de lo que siento, y la libertad de lo que vivo; la palabra es la mejor arma y herramienta para vivir en libertad, y con ella, mi vida viene repleta de sentimientos y con la certeza de lo maravilloso que es vivir, así al deseo de vivir al que sí tengo muy claro que no rectificaré nunca.
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