Después de 365 días, y 8760 horas, empiezas a darte cuenta del real objetivo de confusión personal en quien te has llegado a convertir de una manera fácil y rigurosa e incluso rozando lo enfermizo por los estereotipos sociales de la belleza. En la actualidad, 22 de diciembre, y cuando la epifanía de la navidad te envuelve cada uno de los cinco sentidos, y también los diferentes estados de ánimos, das un giro contundente al juicio que se forma en el interior de tu corazón, y hoy, humanamente aspiras a declarar: ¡Estoy gordo!¡Tengo el gordo!¡El gordo es mío!.
En ningún tiempo tu mirada se detuvo en tu posible «gordura» con tanto énfasis e incluso belleza. Sin embargo, ahora, cuando has empezado a desprenderte del pudor y de innumerables prejuicios comienzas a dejar a un lado del camino el engaño al que estás sometido en la sociedad de las falsas apariencias. En este instante cuantos hechos acontecen a tu alrededor fluyen de una manera tan natural que ya no te causa la misma desazón que hace cuatro meses. Mientras tanto, en la actualidad en un breve espacio de tiempo y de un modo excepcional sonara el teléfono. Entonces te escucharé declarar con tu acento suave, y festivo: —¡Estamos gordos!¡Tenemos el gordo!¡El gordo es nuestro!
Resultes agraciado o no en el «Gordo de la lotería de Navidad» no agaches la cabeza cuando la desidia intente entrar en tu interior, y rápidamente coloca orden ante tanto desorden. Desde este preciso instante, ahora y eternamente, estés gordo o no, preocúpate de la enorme belleza que solamente tú emanas desde tu centro espiritual, y que hace que seas la persona más adinerada y afortunada del planeta.
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