Quién no ha escuchado o visto en algún momento desde cuando salió a la cartelera la película de «Forrest Gump». Aquí puedes ver una Anterior entrada donde la menciono. La película, contiene un mensaje que me parece que se nos puede escapar a muy pocas personas.
En ciertas ocasiones, cuando sí vemos las cosas desde otra perspectiva, el punto de vista sobre la misma también cambia, y con ella la atención que le prestamos. Llegamos a tenerlo mucho más en cuenta que si se tratara de una publicación dentro de los cánones establecidos por la sociedad. Por esa misma razón sólo pretendo llamar la atención con este «pequeño» relato del porqué, y también el cómo de Forrest Gump que mantiene una joven con su abuela.
– ¿Abuela?
– ¿Si? – Ayer volví a ver aquella película que a ti te gustó.
– ¿Cuál, mi querida?
– Aquel de hombre que era «como tonto» y se queda contándole historias a la gente que espera la guagua en la parada …
– Ah, si … Forrest Gump…
– ¡¡¡Ese!!!
– ¿Y a ti te gusto esa película?
– Me gustó, pero… No entendí ni una cosa …
– ¿Qué?
– Cuando comienza la película, se veía una pluma volando, que vuela, vuela, y cae en el cuello de Forrest Gump. El «la guarda» en libro y comienza a contar la historia para un montón de gente.
– Exacto.
– Entonces, al final, él abre el libro y ella sale volando otra vez. ¿Para qué sirve esa pluma, abuela?
– Bien mi amor, ello se explica en el final. Tal vez tú lo has percibido.
– Claro que no.
– Forrest Gump no es una persona igual a las demás: él tiene un límite de inteligencia, que es la de una criatura de cinco años, por eso tiene dificultad de entender las cosas como las otras personas. Es un hombre grande con la cabeza de un niño, no es medio bobo ni retardado, ¿está bien?
– Sí, lo entiendo.
– Tú quieres saber por qué la pluma comienza en la película volando hasta posarse en el cuello de Forrest Gump, y después sale volando de nuevo, ¿no?
– ¡¡¡Sí eso, abuela!!!
– Entonces…, al final de la película, él cuenta que en su vida hubo dos personas que lo influenciaron mucho: una fue su madre, y otra, su amigo que él conoció en la guerra de Vietnam, que es el teniente Dan. Y su madre le enseñó a él, que tener una deficiencia no es disculpa para desistir de la vida. Ella se opuso a colocarlo en una escuela para deficientes, y siempre empujó al hijo hacia adelante, siempre le enseñó a no conformarse con sus propias limitaciones. Forrest fue a escuela, estudió, y tuvo un problema en la columna que le obligó a usar aquel aparato horrible, ¿tú te acuerdas?
– Me acuerdo ¡sí!
– Hay una escena que a tu abuela le gustó mucho en esa película: «fue aquella en que varios chicos valentones corren detrás de él». Ellos quieren burlarse y hasta pegarle, y su amiguita le grita: ¡Corre, Forrest, corre! Y él empieza a correr con aparato y todo, corre, y la camioneta atrás de él, los chicos gritando…, a medida que él corría, el aparato se fue cayendo, pedazo por pedazo, y cuanto más él se libraba del aparato ortopédico, más rápido él conseguía correr, hasta entrar corriendo en un campo sembrado, dejando atrás a sus perseguidores…
– ¿Abuelita?
– ¿Si?
– ¿Tú estás llorando?
– No, …, no querida, es que la abuela se olvida de ponerse gotas de colirio (eso decía mientras enjugaba algunas de sus lágrimas).
– ¿Por qué a ti te gusta tanto esa escena, abuela?
– Porque la abuela encuentra esa escena muy emocionante, muy alegórica.
– ¿Ale que…? La abuela se rió.
– Alegórica. Quiere decir que ella tiene un significado mayor del que vemos en la película.
– ¿Cuál es ese significado?
– En la vida, la gente quiere enderezar todo, mi querida y a veces tenemos que pasar mucho miedo para podernos librar de nuestros aparatos…, de nuestras muletas. Forrest descubre que ya está listo, que puede correr como ninguno, y más lejos que cualquier niño valentón y bobo… Encontró la meta que quería hallar finalmente.
– Perdona querida que debo empolvarme un poco.
– ¿Abuelita?
– ¿Si?
– ¿Es por eso que tenemos miedo?
– Creo que si…
– ¿Tenemos miedo de tirar las muletas?
– Y los aparatos e ir hacia adelante.

Forrest Gump esperando su Autobús
– Entiendo…
– ¿Abuelita?
– Habla.
– ¿Y la pluma?
– Ay… ya me, me estaba olvidando… entonces, yo te dije que la madre de Forrest Gump le enseño a no quedarse con sus problemas, y a nunca intimidarse con las dificultades. Ella le enseño que, en la vida, Dios da una serie de cartas para que la gente juegue, y tenemos que aprovechar de nuestras cartas lo mejor posible.
– ¿Y la pluma?
– Ya va, ya va… la otra persona importante en la vida de Forrest Gump es su amigo, teniente Dan. Juntos, ellos fueron a la guerra, tuvieron luego un pesquero, armaron una empresa y se hicieron muy ricos. El teniente Dan le enseñó que, en la vida, la gente es como una plumita llevada por el viento, de un lado para otro, y nunca pueden descubrir para dónde va el soplo de Dios…, nunca la gente sabe para qué lado va la pluma.
-Se hizo un silencio grave.
– ¿Cómo?
– Cuando tu crezcas, vas a percibir como nuestro destino es caprichoso, mi bien. Un día estamos aquí, y otro día estamos allá, como si alguno estuviera soplando la vida para allá y para acá… para allá y para acá (hizo un movimiento con la mano, simulando como volaba la pluma. La niñita acompañó el movimiento con los ojos).
– ¿Quiere decir que la gente no sabe para dónde va esa pluma?
– La gente no sabe… solo lo sabe, cuando la gente llega a la edad que llegó tu abuelita, aquí, podemos percibir los caminos misteriosos que la pluma toma en el aire, hasta posarse, segura, en el cuello Dios. Mas eso la gente sólo lo descubre después de pasar mucho tiempo tratando de adivinar:
¿Cuál es la dirección del viento?
¿Cuál es la humedad relativa del aire?
¿Cuál el peso de la pluma ?
¿Cómo el caos a veces va a mandar la dirección, que la pluma va a tomar?
– Movió la cabeza, en su gesto característico.
– ¿Abuelita?
– ¿Si?
– ¿Qué pasa cuando la gente deja de querer adivinar para dónde va esa pluma?
– La gente se deja llevar por el viento, mi querida.
– ¿Quiere decir que tú le das la razón a la madre y al amigo de Forrest?
– Se sintió una agradable sensación de sorpresa.
– ¡Eso mismo! ¡Cómo eres experta! Yo, le doy la razón a los dos. La gente juega de la mejor manera, con el máximo empeño, pero también respeta las órdenes del viento.
– ¿Te gustó?
– Me gustó mucho, mucho… sabes, abuelita, es tan bueno tenerte cerca… ¿será que un día ese viento te va a llevar lejos de mí? Y se estremeció ligeramente.
– No, mi bien… por más lejos que vayan nuestras plumas, nuestro corazón va a estar siempre cerca una de la otra, ¿está bien?
– Esta bien.
– Y quedaron en silencio ya habían conversado.
– Voy a correr un poco, ¿sí?
– Eso, ve a correr como Forrest Gump.
– ¡¡¡Voy correr hasta cansarme!!!
– Eso. Ve mi amor. La abuela consiguió disfrazar la voz embargada de lágrimas.
Como comentaba al principio. ¿Cuánto nos puede hacer reflexionar una historia…?
Seguro que alguna vez hemos tenido la sensación de ser como la misma pluma de Forrest Gump…
La canción «A felicidade» de Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobin dice:
La felicidad es como una pluma
que el viento va llevando por el aire
Vuela tan leve
Pero tiene vida breve
Necesita que haya viento sin parar.
Luego de mucho escucharla me vino la asociación con la escena de Forrest Gump, y ahora siempre que la escucho veo la pluma de Forrest.
Tienes mucha razón Jorge. Es una canción que una vez que la escuchas la terminas asociando. Me ha encantado que me hayas escrito y que además te animaras a compartir esta sensación tuya, ya que, no me había parado a mirar esta canción así. gracias. No dudes en comentar siempre que te apetezca hacerlo.
Un saludo.