Dirijo la mirada derruida frente al espejo. Pongo la atención en un molesto estribillo anímico que se repite de manera reiterada. Yo, a su vez, percibo el alma viva de todo un pasado convertido hoy en un puzle destruido, el cual se resiste al abandono, y además al olvido.
Me aparto del cristal, y de nuevo empiezo a poner las piezas del conjunto de hechos que dificultan la consecución de la calma de mi vida en el estado que tenía antes. La memoria que custodia cada una de mis experiencias vitales me devuelven las ganas para llevar adelante mi vuelo libre por las laderas del silencio.
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