Me podrán quitar todas las cosas que tengo. Me pueden quitar el ordenador, la radio, la televisión, el viajar, el coche, la cama, mis libros con los que vivo aventuras únicas, el deporte, el mar, el sol, la dulce caricia del aire en mi cara, la comida más rica del mundo, saltar o correr, la guapura… Sin embargo, jamás me podrán quitar las ganas, y la ilusión de soñar, las ganas de reír, de querer, de sentirme acompañada y acompañar, de ser sincera, de creer, de superarme cada día en aquello sobre lo que no tengo tanta destreza, y confiar…
Puede que me quiten todo y, eso me duela en la más profundo de mi ser; pero seguro que me recompondré, y esas maniobras no reducirán mis ganas para una vez más continuar con mis sueños, con mi vida, con mis sonrisas destornillantes, con lo agradable que es compartir cada una de las cosas que tengo, con dar todo el afecto que del soy capaz de dar, y, con la fe más rotunda; creyendo en la certeza de algo grande.
Las cosas materiales se evaporizan como yo misma, sin embargo, lo espiritual y lo sentimental se quedan perennes grabadas en mí.
Que verdad dicen tus palabras, Arancha. Suele decirse que mientras hay vida, hay esperanza, y qué voy a comentarte que tu no sepas, si tienes un máster en no dejar de luchar.
Me vuelves a sorprender una vez más. Siempre palante.
Exactamente Pintor, sin vida nos pueden quitar todo lo que quieran, ahora con vida, a ver quién es el guapo que lo intenta! Hemos de luchar, que por nosotros no mantiene nadie la lucha ni la esperanza.
Por supuesto, siempre palante.
Un fuerte abrazo, y sabes que esta es tu casa.
Nadie mejor que tu para hablarnos de espíritu de lucha, constancia y ganas de vivir. No te rindas amiga, lucha, que ya eso no se ve por la calle, esto más que un mundo parece una jungla. aquí cada cual va a lo suyo, y no piensa, ni mira lo que pasa a su lado.
Hola Cris; gracias por tus palabras, bueno, no puedo negarme en decir que no he pasado momentos muy difíciles durante mi aislamiento y encierro domiciliario por las barreras arquitectónicas, pero tampoco me veo como ejemplo de nada. Tengo quizás en este aspecto algo de experiencia sobre lo que puede sentirse para no perder el espíritu de lucha. El que creo tenemos todos, ahora, sí es cierto, que si te rindes, si no piensas por convencimiento que las cosas pueden cambiar, hoy, siempre hoy a medida que pasen los días, ahí sí que me podría haber dejado vencer, pero no, siempre podía ser hoy.