¿Cada vez más son los envases de medicamentos y otros productos de uso para la vida diaria que son incrustados en Braille?
De un tiempo para acá, venía fijándome como cada vez más se han ido implantando paulatinamente en muchos de los envases de medicamentos, principalmente; así, como a otros productos farmacéuticos, el etiquetado en Braille.
Al principio no puse mucha atención, a las incrustaciones en Lenguaje Braille, a pesar de la curiosidad que despertó el verlo.
Aunque tampoco, al venir generalizadamente creí era parte de marketing de las empresas del sector farmacéutico.
Con el tiempo, he ido confirmando como ciertamente, las novedades del principio se mantienen y las que continuaron igual proceso para el etiquetado se vienen ampliando.
Indiscutible como inyección de copia entre industrias y marcas es positivo, más que nada porque «los beneficiarios» seremos entre estas guerras solapadas los usuarios.
Por supuesto y si bien me parece positiva la iniciativa, no defiendo, tengan que haber intereses creados (más de tipos económicos), para trabajar sobre las calidades de los productos.
Entre que pueda dar la impresión que sea un destino con simpleza, la confianza y soltura a la hora de conocer el nombre y descripción de lo que estamos tomando, sin pensar no nos estamos equivocando o no sea la explícitamente recetada, da una relativa confianza.
Por lo menos, me cuesta; por no decir me niego, a tomar nada que no esté o sea de confianza: La relativa confianza descriptiva. -por darle mote-
Si bien, cuando los tratamientos son continuados, raras cosas son las que se nos escabullen a la hora de tomarlos; y por supuesto más si es una novedad visible.
Por poner un ejemplo.
Por lo menos a mí. Si hay cosa que me desubica y descontrola a la par desagrada, son los intermitentes cambios que soportan los formatos y colores de las medicaciones.
Lo comparo a cuando cambiamos la hora, ¿No nos cuesta adaptar? ¿No da incertidumbre en las primeras impresiones?… Otras similares.
A lo mejor es que soy extremadamente rara, pero ya se sabe que la habitualidad marca la pauta e inercia. Acarreándonos no menos probabilidades de equívocos; aunque la sobre-confianza tampoco es ideal (se puede meter la pata más rápido).
La pastillita de color blanco-morada, otra Lila… En la mañana.
La rosadita… En almuerzo; etcétera, etcétera.
Cada una a su correspondiente y hora habituada.
Mientras con estas modificaciones, debemos pasar nuevamente por el proceso de «adaptación», aún si se quiere, de asociación psicológica.
A pesar pueda resultar una tontería.
A una persona «mayor» o con «dificultad de comprensión» con pequeños cambios. A la hora de la toma, te puede liar una parda, porque ¡ésa!… no es su pastilla.
– ¿Qué pastilla es esa? -te dice-.
– Tómate esa pastilla que es la que te toca, sólo que han cambiado (color)-.
– ¿Me quieres hacer daño? -Insiste ante la novedad-.
– No, tómesela tranquila/o, que no le pasará nada.-
– Me la tomaré -añade y asiente con resignación, después de unos eternos minutos de desconcierto-.
No creo equivocarme mucho en los diálogos ¿verdad?
Ahora bien. Si tan importante es su etiquetado ¿También no lo es, su fecha de caducidad y otros datos indirectos de la información del producto?
Se nos recalca lógico, el que no debemos tomar nunca una medicación pasada de fecha o lo que es lo mismo, caducada, o por lo menos, es lo más razonable. ¿Y por qué no está la información mínimamente visible?
Digo esto, porque, la ilegibilidad de las indicaciones informativas en los exteriores de los envases como de los prospectos es prácticamente total.
Justamente es una situación que comprobé hoy en la tarde-anoche, mientras cuando mi padre colocaba como habitualmente hace la medicación.
Lo escuchaba entre murmullos y pequeños suspiros, ante la imposibilidad e impotencia que como resultado mantenía al no poder alcanzar a ver la información básica.
En ese instante le pedí me enseñase algunos envases de los medicamentos que yo tomo, para comprobar su estado, a parte experimentar si me costaba también consultar y compararlos. Principalmente la fecha que supuestamente debía venir indicada en la caja, de fácil visibilidad y publicación. Siendo Ilegible.
El lado posterior a la tapa, debería verse:
– Lote de producto: No se ve. Numeración en blanco, sobre un fondo blanco.
– Fecha de caducidad: No se ve. Numeración en blanco, sobre un fondo blanco. 😎
Comprobando otros envases, su color de fuente esta en negro; tan confusa como ilegible.
Y os aseguro que hasta que pude no tanto encontrarla, sino, ver las que me enseñó, me costó lo suyo.
Fue una odisea desesperante…
Fue entonces, cuando entendí, cómo y porqué se hallaba con anterioridad «refunfuñando» entre dientes. Con toda la razón y comprensión del mundo.
Son estas cosas las que deben tenerse en consideración a la hora de etiquetar y formatear. Más que la de planificar modelos estéticamente lucidos.
No sólo ya por la poca gracia que hace el tener que tomar nada, como para también pararme a ver qué formato tan bonito han creado.
Aún sea contradictorio. Se agradece la preocupación estética, a vistas del usuario; claro que igualmente entra dentro del llamamiento comercial.
Pero si tuviera que anteponer por prioridades la información no debería estar rebajada a unos parámetros mínimos de accesibilidades.
Lo que no puede ser es que, una persona con aparente buen estado visual (después de lo costado… me lo planteo) cueste acceder a la información.
Claro que a lo mejor, es un método de distracción u adivinación para que tenga en que entretener en su tiempo al usuario de turno.
Por darle un toque irónico al tema.
Pero como son las cosas.
Cuando estoy casi acabando de escribir éstas letras; me tomo un mínimo descanso, ya que me encuentro un tanto cansada, junto a la hora de cenar. donde escucho en el telediario de Antena3 y para mi sorpresa por lo casual de la situación, la propuesta a tratar sobre un prototipo de dispositivo de lectura, justamente apropiado al tema y como si hubiese habido transmisión de pensamiento. A lo que luego rápidamente doy una ojeada a la prensa digital.
El móvil, se está convirtiendo cada día más en una herramienta con mayores posibilidades de uso.
Más que para recibir, realizar llamadas, envío de mensajes, etcétera. Elemento para y por lo que fue concebido inicialmente.
Ampliándose con el tiempo sus prestaciones unido al desarrollo en su abanico de funciones.
Y vaya para mi sorpresa. Conocer pues después de lo comentado, se «pretende» (o eso se anuncia) dar la alternativa de consulta del prospecto sin mayor complejidad, a la actualmente existente.
Siendo el móvil, el candidato como el dispositivo a utilizar en un futuro en comunión al desarrollo de ése programa, al que han llamado «PharmaFabula« que así, sí lo permitiría. Muestra en vídeo.
El cuál se encuentra en periodo de pruebas, por la Facultad de Informática de la Universidad de Salamanca.
Será posible, sólo con que el móvil tenga unos requisitos bastante comunes:
– Cámara de fotos. ¿Que, qué modelo por descatalogado que esté no lo trae?
– Programa creado para ello y que se halla actualmente en fase de pruebas.
Sería con un método sencillo desde el mismo teléfono y programa, sólo bastaría con acercar la cámara del móvil al envase del medicamento y se enviaría una especie de código a la red, que será traducido y reflejado inmediatamente en la pantalla del móvil.
Posible dada a una etiqueta codificada que se adjuntaría en el proceso de fabricación al envase.
El móvil, se está convirtiendo cada día más en una herramienta con mayores posibilidades de uso.
Más que para recibir, realizar llamadas, envío de mensajes, etcétera. Elemento para y por lo que fue concebido inicialmente.
Ampliándose con el tiempo sus prestaciones unido al desarrollo en su abanico de funciones.
Y vaya para mi sorpresa. Conocer pues después de lo comentado, se «pretende» (o eso se anuncia) dar la alternativa de consulta del prospecto sin mayor complejidad, a la actualmente existente.
Será posible, sólo con que el móvil tenga unos requisitos bastante comunes:
– Cámara de fotos. ¿Que, qué modelo por descatalogado que esté no lo trae?
– Programa creado para ello y que se halla actualmente en fase de pruebas.
Sería con un método sencillo desde el mismo teléfono y programa, sólo bastaría con acercar la cámara del móvil al envase del medicamento y se enviaría una especie de código a la red, que será traducido y reflejado inmediatamente en la pantalla del móvil.
Posible dada a una etiqueta codificada que se adjuntaría en el proceso de fabricación al envase.
En definitiva, no creo sea incompatible la estética con lo accesible y visible.
Aún al final de todo, sigo creyendo y dentro que me alegra haber escuchado se haya dado esta noticia, hay que seguir y seguir.
Más cuando esta por medio la salud. Una medicina inadecuada puede traer consecuencias.
Más vale prevenir… 😉
qué interesante!!
mira, ya que no suelo ver la tele y no me entero de nada me alegra haber leído el blog.
es verdad que ya el móvil resuelve un mogollón de cosas, no sólo sirve para hablar!!
eres un crack!!
Hola ruffianna, primeramente permíteme saludarte.
A mí me lo parece, imagínate la de cosas que nos puede ser de ayuda el móvil…
A ver si poco a poco siguen apareciendo novedades, pero no sólo para discapacidad, sino para todo.
Si se puede hacer cosas más complicadas como controlar el ordenador remotamente, ¿porqué no estas, que son menos?
Soy una crack 😉 tranqui, que el perfil lo solucionaré.
Un saludo y para hasta cuando quieras repetir. Será un placer.