Acostumbrada a festividades y celebraciones de santos, de personas que por algún hecho extraordinario, y tras ciertas pruebas fueron santificados.
Es cada año, cuando arribando estas fechas 15 de febrero, antesala de semana santa por cuaresma, entre medio de don carnal y semana santa, es la siervita de Dios la que atrae toda mi curiosidad y mi ternura por ella.
‘La ciervita‘ (María Bello y Delgado) que se encuentra descansando eternamente desde el 15 de febrero de 1731 a sus 88 años de edad, en el
Convento Lagunero de Santa Catalina de Siena. En un sarcófago de madera, enviado hacer expresamente por el capitán Amaro Rodríguez Felipe conocido igualmente como; el corsario ‘Amaro Pargo’. Cuando a la exhumación de su cadáver, fuera en ése mismo momento en el que se descubriera que sus restos, después de tres años desde su fallecimiento, permaneciesen incorruptos, Curioso hecho más cuando de precedente, entres días posteriores a su muerte se dice, como durante veinticuatro horas mantuviera su pulso vital, conservase en buen color a sus pupilas, así como expulsando sangre fluida al hacerle algún corte intencionado, junto un líquido que olía a jazmín…
-Me roba el alma-. Son de esas personas que sin haberlas vivido en tiempo y dada la extrañeza inhabitual de su conservación, evidencia que lo extraordinario es posible, que la eternidad existe, aunque sólo sea una muestra de su estado.
Siempre, me ha llamado poderosamente mi atención; cómo “calladamente”, sin muchas celebraciones, ni reclamos eclesiásticos, el pueblo, sin ser todos feligreses practicantes acuden a visitarla, a pedirle favores, junto a su sarcófago donde descansa, depositar papeles con peticiones a la monja incorrupta.
A lo milagrosa que la historia la ha hecho; los acontecimientos milagrosos que se le otorgan, se dice que más de 12000 curaciones, entre otras cosas más personales. A todo eso, que también me causa curiosidad, una de las que impresiona, son las miles de personas que hacen cola en el exterior del Convento. Como desde bien temprano, desde las cinco de la mañana, con el viruje que tempranamente cae sobre la ciudad de Aguere, la gente hace cola, a su turno quiere, desea fervientemente visitar a la ‘siervita’ de La Laguna. Aún sin estar beatificada, mientras los trámites para ello siguen curso en el Baticano, los feligreses o los devotos de la monja dominica, seguimos admirandola cada febrero.
Me sorprende cómo a su interés general y cariño de la gente no la hacen “más cercana”, sin perder ese halo de misterio, acercarla a la gente, “más accesible”; al menos me gustaría, saber más de su vida, de su historia; poder tenerla “presente”, como en pensamiento; no ser únicamente querida un día, poder una vez al año demostrarle el afecto que se le tiene en el pueblo, la gente de a pie, porque si algo tengo claro, es el afecto que con sus fieles cuidadoras las hermanas de clausura le tienen; quienes no la dejan un solo día sola, cuidándola y protegiéndola, cómo ella desde su sacórfago, en la que descansa eternamente nos cuida a nosotros, a las propias hermanas… Y es que entiendo el motivo de ello, sea dado a los votos de incomunicación y clausura que practican.
Observar a ‘la Siervita’ impresiona. En la nave del Convento de Siena, tras las verjas de metal que separan su sitio de lo público, donde puede llegar el feligrés, es cuando puedo apreciar en las imágenes por prensa, aunque me apetecería, me hace tremenda ilusión poder verla in-situ.
Con la miel en los labios, de no poder … Cada año me digo –el año que viene voy a verte-.
Con hábito dominico: túnica blanca, capa negra y velo blanco; la vestimeta de las hermanas Dominicas… Sus manos, su rostro sensible, parece como si adredemente estuviera descansando. 281 años hoy, de su eterno descanso.
La más bonita e historia de amor por la vida de Sor María Jesús de León que bien podría ser la de un día como el de ayer, día de los enamorados. Una muestra de afecto, la de ‘la ciervita’ querida por la gente, la gente querida por la ciervita. Ella como si fuera uno de nosotros, nosotros en la eternidad como ella. Un amor por la vida, por la certeza de lo extraordinario, me sobrecoge.
A la imposibilidad de ir a verla in-situ, aprovechándome de tenerla cerca en espíritu y esencia, a distancia de su cuerpo, no de pensamiento, le doy mi agradecimiento por cuidarme y protegerme, por cómo desde su descanso eterno me protege; a la vez le hago mi petición de favor, le pongo virtualmente desde esta Buhardilla con afecto, respeto y admiración, mi petición de gracia, mi papelito… Gracias ‘Siervita’.
Mira Arancha, no sé si será verdad que es milagrosa o no, por las colas que hay que hacer nunca he sido capaz de ir, sin embargo te digo, me ha hablado quien ha ido, y dice que se respira un ambiente en el lugar especial.
Me ha encantado tu comentario, sensible y sentido.
Un saludete maja.
Hola Carlos, confieso que algún día me gustaría tener la oportunidad de poder ir a ver a ‘La Siervita’, creo que es una de los momentos bonitos para quienes creemos en lo extraordinario. Al igual que el Santísimo Cristo de La Laguna, la Virgen de Candelaria, y mi Cristo Ycodense del Calvario, son tres piezas que me arrancan un sentimiento profundo.
No me importan las colas, el madrugón porque todo convencida tendrá recompensa aún pudiendo estar un sólo minuto…
Hasta pronto.
Para que digan que nuestras cosas no son importantes, toda la prensa se hizo eco del día!!! increíble lo que cuentan de sus milagros. No tenía ni idea de que la beatificaban, ojalá el baticano lo apruebe. No miren la pela!!!
Besos aranchita!!
No lo dicen, culpables un poco también, no valoramos ni damos importancia a lo que va cerca, lo miramos con miedo de que pueda ser un amigo, mejor que nosotros, no puede ser ni tener una capacidad de hacer. somos extraños.