Escribo cosas en el aire porque aunque las escriba, no son de nadie. Cosas que llegan al corazón, y que jamás, jamás de los jamases, llegan tarde.
Corren deprisa esas cosas; aquellas risas, aquellas caminatas, aquellas canciones, aquellas poesías, aquellos abrazos escritos, aquellas miradas cómplices que recuerdo escribiendo, y que te recuerdo cuando las escribo sacudiendo el corazón de un modo brutal, y que, aunque pueden no ser de nadie cada una de ellas, son nuestras cosas, y llegan al corazón.
Escribo todas estas cosas en el aire, para que aunque pueden desaparecer una vez te las escribo, tenemos la certeza de que permanecerán en el aire, y las podremos rescatar no sólo cuando releamos lo vivido, sino cuando el aire de éste bendito universo, nos las traiga como el mejor de los regalos de las experiencias vividas, porque jamás de los jamases las emociones, los sentimientos, el afecto, el regaño, la presencia de quienes queremos llegan tarde, porque tarde es nunca, y de verdad, escribir y decir cosas que nos salen del alma, no llegan jamás tarde.
Me voy a escribir acompañada de tu recuerdo, de tu presencia en el aire, para así no se me borren jamás del corazón.
Sorprendido, y mirando al cielo para leer todo lo que has escrito. La Buhardilla parece ser el mismo cielo ¡¡¡qué maravilla!!!
Joooo que chulo como has comparado la Buhardilla con el cielo, y que responsabilidad también Carlos.
No dudes Arancha que todo tus escritos llegan al corazón, y no te pares, llegan incluso hacer vibrar… no dejes de escribir si tengas que hacerlo subida en un nube.
Escribes precioso. Aunque hayas de correr, corre, y luego comes en paz, y sin prisas….
je, je, je Alba, que simpática Un abrazo