Renuncio a mirar hacia otro lado para de este modo evitar ser testigo de lo que sucede. A veces, aun cuando creo que no acierto, me detengo a mirar a la realidad con cierta tranquilidad y de una manera diferente. Sin que nadie se percate, cierro los ojos, respiro con profundidad hasta copar al máximo mis pulmones, e intento captar cada uno de los estímulos que me produce cuantos instantes vivo. En cada milímetro de mi interior fluye una emoción que se diferencia de la común.
Para comprender lo que sucede en mi existencia he de volver la vista hacia atrás, pero para avanzar he de fijar mi mirada siempre hacia adelante, porque la vida me ha enseñado que cambia, y que normalmente cambia a trompicones. Solo necesita de un segundo.
Cara a cara, el tiempo: la vida y yo.
Leave A Comment